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jueves, 18 de diciembre de 2025

Janukkah: La historia, la profecía y el templo dedicado

En medio de Janukkah 2025 algo de historia.

En el año 175 a.C., Antíoco IV Epífanes, hijo de Antíoco III, invadió Judea, presumiblemente a petición de los hijos de Tobías.
Los tobiadas, que lideraban la facción judía helenizante en Jerusalén, fueron expulsados a Siria alrededor del año 170 a.C., cuando el sumo sacerdote Onías y su facción proegipcia les arrebataron el control. Los tobiadas exiliados presionaron a Antíoco IV Epífanes para recuperar Jerusalén.
Como nos relata el historiador judío antiguo Flavio Josefo: en La Guerra de los Judíos:
"El rey, ya inclinado a ello, accedió a sus peticiones, y marchó contra los judíos con un gran ejército, tomó su ciudad por la fuerza, mató a una gran multitud de los que favorecían a Ptolomeo, y envió a sus soldados a saquear sin misericordia. También profanó el templo y suspendió la práctica constante de ofrecer el sacrificio diario de expiación durante tres años y seis meses."

La fiesta de Janucá está documentada en los libros de 1 y 2 Macabeos (parte de los textos deuterocanónicos). Allí se relata cómo Judas Macabeo y sus hermanos lideraron la revuelta contra el dominio seléucida y, tras su victoria, rededicaron el templo que había sido profanado por Antíoco IV Epífanes. Este evento ocurrió en el año 164 a.C., el 25 de Kislev, que es el mes noveno en invierno en el calendario bíblico, marcando el inicio de esta festividad.

La historia de los Macabeos, describe un periodo de intensa crisis espiritual y política para el pueblo de Israel. Durante el siglo II a.C., la dominación helenística, encabezada por Antíoco IV Epífanes, representó una amenaza existencial para la identidad judía. Este periodo está marcado por la profanación del templo, conocida como la "abominación desoladora", y culmina con la rededicación del templo, que se celebra hasta hoy como la festividad de Janukkah. Este ensayo conecta estos eventos con las profecías de Daniel, la dedicación inicial del templo por Salomón y la enseñanza de Pablo sobre la santidad del cuerpo como templo del Espíritu Santo.

La abominación desoladora de la que habla Daniel 11 es una expresión que se refiere a un acto de profanación en el lugar santo. Históricamente, esto se cumplió durante el reinado de Antíoco IV Epífanes (175-164 a.C.), quien desató una campaña para imponer la cultura helenística y erradicar la religión judía. En el año 167 a.C., Antíoco erigió un altar a Zeus en el templo de Jerusalén y sacrificó animales inmundos, incluyendo cerdos, sobre el altar del holocausto. Este acto de blasfemia violó el pacto mosaico y provocó una revuelta liderada por Matatías y sus hijos, los Macabeos.

En Daniel 12 se nos narra que esto volverá a suceder antes del regreso del Mesías, y Yeshúa nos lo advirtió también:

Mat 24:15-16 Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.

Antioco fue un anti-cristo, y la historia se repetirá, y mientras eso sucede el adversario prepara el mundo con un mensaje de tolerancia al pecado y mezcla inmunda, vivimos en un mundo post verdad, en el que ya no sabemos qué es falso, qué es manipulación, que fue creado con Inteligencia Artificial.

Durante la fiesta de Janukkah, en Juan 10 Jesús/Yeshúa visita el Templo y declara: "Yo y el Padre uno somos" (Juan 10:30), subrayando su identidad divina y su papel en la redención. De la misma manera como el templo fue purificado y rededicado en tiempos de los Macabeos, Jesús / Yeshúa señala que Él es el verdadero templo y el mediador entre Dios y la humanidad (Juan 2:19-21). Su presencia en Janukkah conecta la restauración física del templo con la restauración espiritual que Él ofrece.

1Co 3:16-17 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

Así como el templo físico necesitaba ser purificado y rededicado, los creyentes también son llamados a una vida de santidad. La abominación desoladora no solo representa un evento histórico o escatológico, sino también cualquier acto que profane nuestra consagración a Dios.

La Escritura nos empuja a mirar hacia dentro. El templo no solo fue un edificio violado por altares paganos. Hoy el templo es el ser humano. Pablo no deja margen para ambigüedades: "vosotros sois el templo de Dios". La abominación no comienza con un ídolo visible, sino con la mezcla silenciosa, con la tolerancia a lo que profana la conciencia, con la renuncia gradual a la santidad.

https://youtu.be/JhV5so_qvL4

Citas Divinas Shavuot

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